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Las Poquianchis, las peores asesinas seriales de la historia de México

“Las poquianchis” es el apodo con el que popularmente se les conoce a las hermanas González Valenzuela, consideradas las asesinas seriales con el mayor número de víctimas de la historia de México.


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Fueron un grupo criminal conformado por cuatro hermanas, se dedicaban a la trata de blancas en Jalisco y Guanajuato en 1945.


Delfinina, María de Jesús, Luisa y Carmen, originarias de El Salto, Jalisco, crecieron en una familia disfuncional donde fueron víctimas de violencia familiar cometida principalmente por su padre, un policía alcohólico. Su madre en cambio era una fanática religiosa.


Al morir ambos padres recibieron una pequeña herencia que Delfina decidió invertir en un nuevo negocio.

Era una pequeña cantina en El Salto de Juanacatlán, donde además de vender tragos también ofrecían otro tipo de servicios como jóvenes prostitutas. Como el negocio empezó a ser próspero decidieron extenderse hasta Lagos de Moreno, pero ahora ofreciendo un servicio extra: rentas de cuartos privados para que las parejas tuvieran encuentros sexuales ahí mismo.


Delfina decidió contratar a su hermana Carmen para llevar la contabilidad, y ella a su vez decidió legalizar el negocio y una vez que obtuvo los permisos necesarios, instalaron “Guadalajara de Noche” el burdel más famoso de la zona.


La mujeres que trabajaban para Las Poquianchis fueron reclutadas a base de engaños y mentiras, les hacían creer que trabajarian como empleadas domésticas en la ciudad, pero una vez eran reclutadas, se les privaba de su libertad y se les obligaba a ser sexoservidoras.


También se vincularon con secuestradores en toda la república para conseguir más mujeres, la edad de las víctimas radica entre los 12 y 15 años.


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Una vez llegaban al burdel eran violadas y golpeadas para ser sometidas psicologicamente y así empezaran a trabajar de inmediato. Las Poquianchis les proporcionaban ropa y comida a precios muy elevados para que así las víctimas generaron una deuda imposible de pagar.


Quien se encargaba de supervisar a las jóvenes, de controlar la seguridad y de pagarle a las autoridades era el hijo de Delfina, quien fue acribillado a balazos por los agentes policiales frente a su madre.


Ese suceso generó venganza en Delfina quien comenzó a contratar militares para encontrar a los responsables del asesinato de su hijo, iniciando de esta manera una serie de asesinatos de policías.


Las hermanas decidieron mudarse a Guanajuato, con María de Jesús, otra de las hermanas, quien de igual manera tenía negocios de prostitución.

De esta manera fue como tomaron posesión del burdel “La Barca de Oro” en Leon Guanajuato, y como en esta zona la prostitución era legal no encontraron problemas para tener éxito, así que abrieron otro burdel utilizando de nuevo el nombre de “Guadalajara de Noche”.


El Local “La Barca de Oro”, originalmente pertenecía a un hombre al que apodaban “El Poquianchis”, por lo que a las hermanas automáticamente se les adjudicó el apodo de “Las Poquianchis”.


Luisa, la cuarta de las hermanas, también operaba negocios de prostitución en Tamaulipas y les pedía a sus otras hermanas “mercancía”.


En 1962 las autoridades decidieron cerrar todos los burdeles, y como el negocio era tan bueno, Las Poquianchis decidieron comprar el rancho “Loma del Ángel” para transformarlo en un prostíbulo.


Las jovenes que utilizaban les eran utiles hasta que cumplian 25 años, despues de esa edad las mandaban con un verdugo que se encargaba de matarlas lentamente, dejándolas sin comida, golpeandolas hasta dejarlas débiles y luego las enterraba a todas juntas vivas en una fosa, a otras las lanzaba desde una azotea para que murieran al caer.

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Si alguna de las “trabajadoras” salia embarazada la hacían abortar, si es que era una de las que generaba buenas ganancias, de otra forma simplemente era mandada con el verdugo. Cuando algunos niños alcanzaban a nacer, los asesinaban y enterraban en el rancho (a excepción de uno que mantuvieron vivo para venderselo a un cliente).


Los policías y militares se mantenían callados y llegaban hasta a cuidar del negocio a cambio de “servicio” en el rancho.

Se dice que Las Poquianchis practicaban brujería para poder tener más ganancias, también llegaron a vender carne de las prostitutas por kilo.


Fue hasta 1964, cuando una de las víctimas, Catalina Ortega logró escapar e ir con las autoridades a denunciar estos hechos tan horribles. Tuvo suerte de que estos policías no fueran cómplices de Las Poquianchis.


Decenas de policías llegaron al rancho y detuvieron a algunos de los responsables. Después de ser capturadas, las poquianchis fueron trasladadas a Irapuato donde se les dictó una sentencia de solo 40 años por más de 100 asesinatos.


Años después María de Jesús salió de la cárcel y desapareció, Carmen murió de cáncer dentro de la cárcel, Luisa fue recluida en un manicomio y Delfina murió después de que un albañil dejará caer una cubeta llena de mezcla sobre su cabeza.

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Y de esta manera fue como terminó la historia de Las Poquianchis, muchas veces la vida real supera a la ficción, ¿Ustedes alguna vez escucharon hablar de Las Poquianchis?


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