1922, la semana en que la Ciudad de México se secó
- Celeste Villalobos
- 19 feb
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La crisis hídrica que azotó a la Ciudad de México en noviembre de 1922 evidenció la fragilidad de los sistemas urbanos ante fallas técnicas y la ineficacia gubernamental. El 19 de noviembre, un desperfecto en la planta de bombeo de La Condesa interrumpió el suministro de agua, sumiendo a la capital en una emergencia sin precedentes.
La interrupción del servicio afectó gravemente la vida cotidiana. Los baños públicos, esenciales para la higiene de la población, se tornaron inoperables, y establecimientos como panaderías y restaurantes cerraron sus puertas. La desesperación llevó a la aparición de vendedores informales que ofrecían agua de dudosa procedencia a precios elevados, exacerbando la indignación ciudadana.
La respuesta oficial fue tardía e insuficiente. Mientras las autoridades municipales intentaban reparar las bombas dañadas, la distribución de agua mediante pipas se percibió como inequitativa, beneficiando a empleados gubernamentales y dejando al resto de la población en el desamparo. Esta percepción de favoritismo y negligencia encendió los ánimos, culminando en manifestaciones masivas. El 30 de noviembre, una protesta en el Zócalo derivó en enfrentamientos violentos que dejaron 21 muertos y más de 60 heridos.
La crisis se prolongó hasta principios de diciembre, cuando se logró restablecer parcialmente el suministro. Este episodio subraya la importancia de una infraestructura robusta y una gestión eficiente de recursos esenciales, así como la necesidad de una comunicación transparente y acciones equitativas por parte de las autoridades para mantener la confianza pública en momentos de crisis.